Hoy en día existen montones de dietas que se ponen de moda y son seguidas por muchas personas esperanzadas en conseguir perder peso y grasa corporal. Muchas de estas personas caen año tras año en las mismas trampas, siguiendo dietas que se pueden llegar a convertir en peligrosas para nuestra salud si las seguimos durante mucho tiempo.
Algunas de estas dietas abogan por métodos tan dispares como no consumir hidratos de carbono, comer un yogur al día solamente, no cenar antes de irse a dormir, ayunar, comer sólo fruta de noche, comer de todo pero sólo un poquito, consumir de todo menos grasa, un día a la semana a base de líquido y otros disparates varios. ¿Seguro que os suenan verdad?
Estas dietas funcionan los primeros días, pues al someter nuestro cuerpo a una restricción calórica severa, el cuerpo reacciona perdiendo peso. Pero hay que tener claro que este peso que perdemos en su mayor parte es de agua y no de grasa, que es lo que realmente pretendemos. Si continuamos más tiempo con estas dietas el cuerpo degradará los músculos y sólo cuando se persista mucho tiempo en un período de hambruna degradará la grasa como método de supervivencia, aunque para entonces ya hayamos perdido todo el músculo. Recordar que no es lo mismo perder peso corporal que grasa corporal. Podemos estar perdiendo peso pero a costa del músculo, mientras nuestra reserva de grasa corporal permanece intacta.
Un segundo factor a tener muy en cuenta, es que cuando seguimos una de estas dietas “mágicas”, no solo dejamos de consumir las cantidades de macronutrientes (proteínas, hidratos de carbono y grasas) necesarias para mantener un estado saludable, sino que al limitar los alimentos dejamos de ingerir también micronutrientes (vitaminas y minerales) esenciales para nuestra salud.
Os explicaremos brevemente como funciona nuestro metabolismo. Nuestro cuerpo está preparado básicamente para sobrevivir, lo cuál en nuestra evolución no ha sido siempre fácil, pues solo quizás en los últimos 50 años (salvo excepciones que aun llegan hasta nuestros días) hemos tenido regularmente abundancia de alimentos, haciendo que podamos comer a nuestro antojo. En la evolución del hombre, éste tenía que hacer acopio de toda la cantidad de alimento que pudiera para luego en los periodos de hambruna tirar de la capa de grasa que había almacenado para poder subsistir.
Hoy en día aún contamos con esa capacidad metabólica que, sin embargo, ahora ya no nos preserva de morir de hambre, sino que ante la abundancia de comida y la vida más sedentaria que llevamos se vuelve contra nosotros en forma de sobrepeso, obesidad y de las enfermedades relacionadas con ésta.
Resumiendo, que cuando nuestro cuerpo detecta una reducción significativa en la ingesta de alimentos, éste interpreta que se enfrenta a una situación de escasez y automáticamente se pone a la defensiva, aminorando el ritmo metabólico y preservando a toda costa la grasa corporal. Seguro que algunos de vosotros habéis oído o experimentado que por muy poco que se coma, tras un tiempo, los dígitos de la báscula no se mueven y no perdéis ni un gramo.
Con nuestros planes alimenticios esto no sucede, pues dentro de cada ciclo nutricional dispondremos de días altos, medios y bajos en proteínas, hidratos y grasas dispuestos estratégicamente y según las necesidades particulares de cada persona. Con estas alteraciones en las cantidades de nutrientes pretendemos confundir al cuerpo para que no detecte periodos de hambruna y así poder quemar eficientemente la grasa corporal. Además evitaremos carencias de vitaminas y minerales, con lo cual nuestro cuerpo funcionará a pleno rendimiento.
También hay que subrayar la importancia de tomar los alimentos adecuados según la hora del día, pues un alimento puede ser muy bueno a una hora determinada y fatal a otra hora.
Ahora ya sabéis los peligros que entrañan las dietas milagrosas y como responde nuestro cuerpo ante ellas. Además una vez abandonada la dieta en cuestión, es fácil que aparezca el efecto” yo -yo”; es decir que una vez dejada la dieta, el cuerpo al detectar abundancia de alimentos de nuevo, vuelve a reaccionar acumulando toda la grasa que pueda, para que la próxima vez que se vuelva a enfrentar a un periodo de restricción de alimentos, el cuerpo esté preparado para afrontar el nuevo periodo de hambruna.
Si no queréis jugar más a la ruleta rusa, introduciros en unos hábitos alimenticios saludables que redundarán en vuestro beneficio. Debemos de seguir hábitos alimenticios como comer cada 3 horas aproximadamente según cada caso, haciendo un mínimo de 5 comidas (3 sólidas y 2 liquidas). De esta forma mantendréis un aporte continuo de nutrientes al organismo, estabilizareis la curva de glucosa en sangre, lo que evitará fluctuaciones de energía, al tiempo que la digestión se realizara mas fácil y eficazmente. Con un poco de esfuerzo y de fuerza de voluntad os acostumbrareis a tener unos hábitos alimenticios saludables que no estarán reñidos con la inclusión en vuestro programa alimenticio de alguna comida “trampa” o favorita vuestra, dispuesta estratégicamente según cada caso. La inclusión de esta comida trampa, lejos de haceros daño, supondrá reavivar la llama metabólica quemando mas calorías y suponiendo un estimulo mental para vosotros. Con estos programas alimenticios disfrutaréis de comidas saludables y variadas, sin pasar hambre.
Nuestro consejo es que os olvidéis de las prisas y que os concedáis un tiempo para alcanzar vuestra forma física ideal. Con estas perdidas progresivas lo que conseguimos es degradar la grasa corporal y preservar la masa muscular.